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¿Síndrome del nido vacío o duelo?

Probablemente, ¡ambos!

«Es una casa grande. Nunca me di cuenta de lo grande que era hasta que estuvo vacía».
Ese podría ser el pensamiento de una madre mientras se sienta sola en la mañana a tomarse un café, contemplando su día. Su hijo menor se fue a la universidad, o se fue de casa para casarse o comenzar un proyecto. La mamá se queda sin trabajo y con la sensación de pérdida de su rol.
Aunque los amigos, bien intencionados le digan que debería estar feliz de que su trabajo como ama de casa y cocinera haya terminado, todavía tendrá la sensación del vacío de que nadie la necesita más. Otros insistirán en que el final de la crianza trae un montón de beneficios positivos pero esas personas bien intencionadas están desenfocadas.

Adaptarse al cambio es el más difícil de todos los esfuerzos humanos. Es la razón por la que a tantas personas les resulta difícil implementar nuevos hábitos, ya sea relacionados con la dieta, con el ejercicio o con las reacciones psicológicas a las nuevas circunstancias.Ante un cambio importante en la vida, la mayoría de nosotros volveremos a las ideas y creencias que hemos practicado a lo largo de nuestra vida.
Una mamá normalmente es propensa a aislarse o actuar «siendo fuerte»; en cualquiera de los casos, ocultando sus sentimientos y tratando de ser valiente frente a un completo cambio en sus rutinas.

La tercera causa más importante de mortalidad de hombres adultos es la jubilación, pero nunca verás eso en un certificado de defunción. Es lógico pensar que romper con el hábito que ha durado toda la vida, de ir a trabajar, con todas sus rutinas, podría causar una gran angustia y afectación en la salud y el bienestar de una persona. Las mamás no son distintas. Cuando un hábito de veinte a treinta años de planear actividades y cuidados a tiempo completo ha terminado, es probable que haya consecuencias emocionales que a menudo pueden tener complicaciones fisiológicas. No hay estadísticas que indiquen que las tasas de ataques cardíacos se disparan para las madres de nido vacío, pero la evidencia anecdótica indica que una cantidad de problemas emocionales y físicos acompañan el final de la maternidad activa cotidiana.
Para que lo sepas, las madres trabajadoras también están sujetas a la gama de emociones que acompañan a los nidos vacíos. Ah, y los papás también.

Como amigos, familiares, compañeros de trabajo y simplemente personas, debemos recordar no ignorar ni minimizar las emociones de lo que las personas que tienen el nido vacío quieren y necesitan hablar.
Escúchalas, escucha con el corazón, no con la cabeza.
Escúchalas, no las arregles; no están rotas, solo son honestas.
Escrito por Rusell Friedman en septiembre 3 del 2002