
Un problema persistente y continuo con el que se enfrentan los dolientes es «soltar» toda una vida de objetos acumulados después de la muerte de un miembro de la familia. El solo hecho de pensar en esto puede ser otro elemento abrumador para el duelo por una pérdida.
Recuerdo una historia que una mujer compartió conmigo hace muchos años. Cuando regresó a su casa después del funeral de su marido, se sorprendió y horrorizó al ver que dos de sus amigas habían estado yendo a su casa y habían sacado toda la ropa y los objetos personales de su marido, en un esfuerzo por «hacerlo más fácil para ella». ¡Ella quedó devastada! Aunque estas amigas tenían buenas intenciones, no tuvieron en cuenta que ella estaba lejos de querer decir adiós a estas cosas. Pensaron que al eliminar estas cosas de su vista, le sería más fácil avanzar. Al contrario, esto, solo intensificó su pena. Ella me dijo que cuando entró en la casa, fue como si él nunca hubiera estado allí. La limpieza había sido tan minuciosa que ya ni siquiera podía sentir su olor.
Mientras los amigos pueden llamar a esto «cosas», para el doliente pueden ser objetos llenos de recuerdos. Muchos son demasiado especiales para considerar alguna vez venderlos o regalarlos. ¡Entendemos completamente ese sentimiento y nunca sugeriríamos tal cosa! La realidad, sin embargo, es que mezclado con esos objetos especiales hay otros que pueden tener menos importancia. La gran pregunta es, ¿cómo decides qué es qué?
Para muchas personas, la solo idea de pasar por todo esto es más de lo que pueden manejar. Es por eso que nos gustaría ofrecerte una propuesta para que esta tarea sea menos abrumadora.
La razón por la que me siento tan confiado al ofrecer esta sugerencia, es que no solo he visto a muchas personas usarla con éxito después de un fallecimiento, sino que también la practiqué cuando estaba cerrando la casa de mis padres. Un año y medio después de la muerte de mi padre, el médico de mi madre nos dijo que mi madre necesitaba más atención que la que podríamos brindarle en casa para tratar su Alzheimer. Aunque vivíamos en la casa de al lado y teníamos un asistente de tiempo completo para ella en su casa, nos dijeron que necesitaba más ayuda y estimulación mental. Su médico nos invitó a visitar una unidad de Alzheimer que estaba muy adelantada a su tiempo en diseño y soporte, y aceptamos a regañadientes explorar esa opción en una prueba de 30 días. A mamá le encantó y finalmente se convenció de que ella era dueña del lugar y había invitado a todos sus amigos a vivir allí con ella. Su «apartamento» estaba decorado con sus propios muebles, cuadros y adornos y se sentía como en casa.
La tarea después de eso fue lidiar con todas las cosas que mis padres habían acumulado en la vida. ¡Este fue un desafío muy emocional! En verdad, me dolía. Era un hogar lleno no solo de sus recuerdos de toda una vida, sino también de la mía. En lugar de enfocarme en el » todo o nada», empleé una técnica que aprendí del Capítulo 13 en el manual «Superando pérdidas emocionales», denominado el «plan de los montones».
¡Esto no es algo que debas hacer solo! Siempre funciona mejor cuando un miembro de la familia o un amigo te acompaña. Muchos de esos objetos tendrán historias personales atadas a ellos y que querrás compartir. En verdad, estas son historias que «necesitas» compartir como parte del proceso de duelo. Se trata de dejar salir esos sentimientos que has enterrado profundamente en el fondo de ti. Se trata de compartir esos recuerdos especiales que tienes con esa otra persona, en lugar de aislarte y hacer esto en solitario. El concepto del «plan de los montones» es bastante simple. Escoges un lugar para empezar. Puedes comenzar con un solo cajón en un armario. Abres ese cajón y comienzas a clasificar su contenido en tres montones: el que tiene elementos que sabes que deseas conservar; el segundo, con esos objetos que sabes en tu corazón que estás listo para soltar; y, lo que suele ser la pila más grande, aquellos elementos sobre los que no estás seguro. Ahora puedes tomar esas cosas que sabes que quieres guardar y las pones de nuevo en el cajón o en algún lugar donde puedas disfrutar viéndolos para conservar los recuerdos que traen a tu mente. Puedes dejar ir esas cosas a las que no estás apegado. Y, puedes dejar de lado aquellas cosas sobre las que no has tomado una decisión, y cuando estés listo, los sacas y ordenas en tres montones. Seguirás haciendo esto hasta que todo en ese cajón se haya dividido en las cosas que quieres conservar y las que puedes descartar. Luego, una vez más con la ayuda de un amigo o familiar, aborda el siguiente cajón o armario.
Obviamente, esta no es una solución rápida, pero si es una que garantizará que no vas a deshacerte de las cosas con arrepentimientos posteriores. No te sorprendas si sientes emociones al hacerlo. Esta reacción es muy normal al pasar por estos objetos personales. En lugar de mantener esas emociones contenidas, ¡exprésalas! Es por eso que nunca se sugiere que intentes solo/a esta tarea, al menos al principio. Es posible que tengas ganas de ordenar cada vez más cosas, después de haberlo intentado de esta manera. No te sorprendas si eliges quedarte con una o dos prendas de ropa que aún «huelen» a la persona que perdiste. Algunas personas encuentran esto reconfortante. Puedes, o no, optar por deshacerte
de estos elementos más adelante. Mi experiencia personal al usar este método para cerrar la casa de mis padres, fue que me tomó cerca de un mes hacer esto, trabajando un poco cada día, ya que estaba emocionalmente preparado para hacer la tarea. En el momento en el que tuvimos, a lo que me refiero como la «venta de garaje temida», no había nada que estuviéramos ofreciendo a lo que yo tuviera algún apego emocional. Lo que quedaba después del proceso de clasificación eran simplemente «cosas», y no tenían ningún significado para mí relacionado con mis padres o con mi vida con ellos.
En cierto sentido, descubrí que este era un regalo adicional a todas las otras cosas que aprendí al usar el manual «Superando Pérdidas Emocionales» para lidiar con el dolor emocional de las pérdidas en mi vida. No solo me ayudó a hacer el trabajo necesario para estar en un mejor lugar después de lidiar con muertes e incluso con problemas más pequeños en las relaciones vigentes, sino que también me ayudó a lidiar mejor con el dolor emocional de soltar las cosas materiales ligadas a esas relaciones también. Aquellas cosas que he guardado para recordar esas relaciones están ahora donde puedo disfrutarlas, y esas cosas que no tenían ningún significado ahora se han descartado, al igual que he dejado de lado la tristeza y, a veces, los recuerdos dolorosos que una vez acumulé.
Feb 28, 2017. Escrito por Stephen Moeller, especialista del Grief Recovery Institute. Traducido por María Clemencia Torres Ángel, especialista certificada del Grief Recovery Institute Bogotá, Colombia
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